Según Internet que todo lo sabe (amén) el pánico se define como la sensación de miedo que provocaba el dios Pan para divertirse, sabiendo que el miedo es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta tanto en animales como en el ser humano.
Bueno luego de tanto tecnicismo, y de investigar un poco me di cuenta de que el mencionado dios Pan la tiene contra mi, y se divierte mucho provocandome esos momentos de diversión personal que yo no disfruto tanto.
Esta vez me ataco con lo que mas detesto en el mundo: las lagartijas; pero no a cualquier clase, sino a estas que salen en las casas pequeñas, escurridizas, como coloides o así se ven y semi transparentes, de solo pensar en ellas se me eriza la piel y un escalofrío se atraviesa en el pecho deseando salir.
Era casi media noche, esperaba como de costumbre a Morfeo, y decidí ir por un vaso de agua a la cocina, y acá inicia mi trágica historia.
Camino hacia la cocina, enciendo la luz y escucho un sonido seco y alarmante a mi lado, algo así como un PAFFF! volteo a mi derecha miro hacia el piso y ahí a la par mía una lagartija kamikase paracaidista, viéndome fijamente.
La vi, ella me vio, y luego yo reaccione como era de esperar:
UN ALARIDO DE PÁNICO
Creo que el animalito se asusto mas que yo por el grito, puesto que despareció inmediatamente, pero el daño estaba hecho, mi corazón estaba acelerado, se me bajo el azúcar todo me daba vueltas y desarrolle mágicamente el poder de la tele transportación, porque cuando me di cuenta estaba subida en uno de los sillones de la sala a 3 metras de mi punto original, y como toda acción tiene una reacción, mi señora madre se despertó casi con un infarto ante tal grito, y a los 3 segundos sonaba el teléfono de mi casa... los vecinos llamando para ver si estábamos bien (eso me apeno un poco)
Ahora cada vez que salgo de la casa mi buenos días viene acompañado de un "¿Y que ya sacaron al lagarto de la cocina?"
Le informo al publico en general que me quede con sed esa noche, y ahora son pocas las veces que entro a la cocina, mi nemesis puede que aún habite en esa zona y no pienso fomentar un nuevo encuentro.