14 de julio de 2012

Collage

Poco y mucho recuerdo de él, hace ya muchos años no lo veo, y creo que su rostro con el tiempo se ha deformado a un recuerdo vago, una mancha con facciones poco claras.

Hace menos de un mes lo odie como nunca había odiado a nadie, curioso pues de niña era mi héroe, algo así como mi propio caballero guardián, pero el tiempo borra todo, incluso ese sentimiento de desprecio desapareció.

Tres días atrás mientras viajaba en bus dejaron de pasar frente a mis ojos imágenes reales en movimientos por la ventana, en cambio los recuerdos comenzaron a fluir, algo vagos y  pequeños pero al parecer muy significativos, y me di cuenta de que recuerdo tanto pero tanto de él que todo está desordenado.

Le gustaba la sopa ( a veces creo que el me hastió de los caldos endemoniados esos), siempre usaba ropa de vestir, hasta la pijama era de vestir, siempre con medias y pantuflas, realmente hasta este momento no recuerdo como eran sus pies, y se que no es importante recordar los pies de alguien, solo es divertido del todo no recordarlos.

Fumaba, muchísimo, tanto que mi mamá le reclamaba porque las cortinas se ponían amarillas (nunca entendí ese reclamo); varios paquetes de Rex al día adornaban la mesa, la sala o el cuarto, esto en especial me hace sonreír y me provoca una nostalgia curiosa porque amaba el olor de la piel  mezclada con el tabaco, aun amo ese olor.

La tecnología de la época llego a mi casa, cuando el se compro un televisor de bolsillo y se sentaba horas frente al televisor pequeñito puesto en una mesita de madera, que años antes fue ocupado por una virgen de porcelana; con un café, un tazón de sopa, el paquete de cigarros a medio acabar y un cenicero siempre lleno.

Me dejaba leer cosas que alguien de 8 a 10 años no debería, no piensen mal, bueno si, piensen mal me dejaba leer a Nietzsche, que siendo honesta me encantó y me cambio la perspectiva del mundo desde muy niña, y no me robo la infancia solo me convirtió en un agente extraño a mi entorno momentáneo.

Viajaba mucho, siempre me traía una camiseta del país visitado, tenia gran parte de Centro y Sur américa en mi ropero, nunca avisaba cuando iba a regresar solo se escuchaba a media noche como se abría el portón, yo brincaba de la cama y salia a recibirlo sintiendo haberlo visto hacía miles de años.

No lo culpo de las cosas que hizo, curioso por muchos años la culpe a ella, hasta hace como 5 años entendí que ella no tuvo la culpa de nada, nadie la tuvo realmente. La vida es una secuencias de eventos no controlables en su totalidad, nadie puede evitar un terremoto, yo no pude evitar que el desapareciera.

Recuerdo tanto, que podría escribir toda una saga de nostalgias, de esas tediosas y cansadas que nadie lee, que nadie compra; en fin, el mejor recuerdo de todos es de  cuando dormía, me daba un beso y me arropaba, no recuerdo realmente eso, mi mamá dice que todas las noches lo hacía, y me gusta creer que vale mas que todos los recuerdos conscientes; hasta podría jurar que esos besos de buenas noches me impiden odiarlo, me hacen olvidar el abandono y la decepción a temprana edad.

Curioso, como algo tan simple repercute de manera tan significativa, pero bueno  he de confesar que soy un poco sentimental.